martes, 28 de septiembre de 2010

La motricidad gráfica en los niños.


(Grafomotricidad)


La Grafomotricidad puede definirse como la capacidad de escribir o de manipular determinados utensilios que dejen huellas o trazos sobre un soporte.

En esta actividad intervienen diferentes factores:


1. Factor Motor:

Está determinado por el nivel de maduración, por lo tanto, un niño (a) no puede empezar a escribir hasta que su cuerpo esté preparado. El factor motor hace referencia a la capacidad de control neuromuscular (presión del instrumento, postura del cuerpo, independencia funcional del brazo y mano y coordinación óculo manual). Inicialmente, el niño (a) sólo controla el trazo desde el hombro, luego desde el codo, la muñeca y finalmente desde la pinza fina (manos y dedos).


2. Factor Perceptivo:

Hace referencia a la forma del trazo (posición, orientación, tamaño,etc.). El niño (a) tiene que llegar a “darse cuenta” de las características de los trazos para poder reproducirlos (Arriba – Abajo; Derecha – Izquierda; Alto – Bajo; Abierto – Cerrado).


3. Factor Representativo:

Hace referencia al significado del trazo. Este significado puede ser más o menos personal dependiendo si el dibujo es personal o codificado. El niño (a) comienza a darle un significado a su dibujo, pero este significado suele variar en el mismo dibujo. Posteriormente, será el propio niño (a) quien diga lo que va a dibujar. La evolución va desde el dibujo libre (garabato) hasta el codificado (la escritura). Para favorecer este proceso, es necesario estimular el recuerdo del niño y que luego lo intente plasmar, pintar y/o modelar.


El grafismo, antes de considerarse “escritura”, atraviesa los siguientes momentos de desarrollo:


1. A los 18 meses:

Aparecen las primeras manifestaciones gráficas. El niño (a) es capaz de agarrar un objeto y realizar trazos en forma de garabatos, para ello emplea movimientos rápidos impulsivos, sin control, que parten desde el hombro y mueven todo el brazo. No hay coordinación óculo manual; “no se mira lo que se hace”.

2. A los 20 meses:

Los movimientos parten, ya, del codo y como resultado aparece un garabateo de vaivén, denominado barrido. El niño (a) todavía no observa lo que hace. Posteriormente el garabato se hace circular.

3. A los 2 años:

El niño (a) tiene un mayor control de la muñeca y del movimiento de pinza, es capaz de hacer trazos independientes; sigue con la mirada los movimientos de la mano y le interesa, sobre todo, el placer que obtiene en el movimiento.

4. A los 3 años:

Se empieza a establecer coordinación óculo manual y entra en juego la percepción. El niño (a) mira lo que dibuja y trata de controlar el movimiento de la mano; muestra mayor interés y atención, y comienza a colocar límites al espacio gráfico, “no se sale” y trata de cerrar las líneas. Posteriormente, llega un momento en el que el niño (a), de forma espontánea, da nombre al dibujo que realiza, el grafismo va tomando valor de signo y aunque inicialmente no hay relación entre lo que dibuja y el nombre que le da, poco a poco irá estableciendo una pequeña relación entre el dibujo y lo que dice que es.

5. A los 4 años:

El niño (a) se anticipa, dice lo que va a dibujar antes de hacerlo; hay intencionalidad y sentido representativo. Sus dibujos se irán perfeccionando a la vez que va evolucionando en otras áreas como la cognitiva y/o la afectiva.

6. A los 5 años:

Ya un poco antes de los 5 años el niño (a) puede hacer actividades de preescritura a través de grecas, cenefas, trazos en distinto sentido y direcciones.


Todas la actividades de manipulación de objetos así cómo las que desarrollan las capacidades perceptivas (de observación) y las de representación (juegos y dramatizaciones) favorecen la motricidad gráfica. Sin embargo, de manera específica las actividades que nos interesan se pueden diferenciar atendiendo a:

1. La superficie:

Es el soporte donde se deja el trazo. Puede ser horizontal o vertical. Para los más pequeños es más recomendable en vertical porque les permite trabajar de pie y realizar trazos amplios.


2. El útil:

Es el instrumento que permite dejar el trazo en el soporte (manos, dedos, rotuladores, pinceles).


Otras actividades que pueden ayudar a la motricidad gráfica son: el rasgado, el troceado, el modelado, el picado, el ensartado y el coloreado.

Lo fundamental, al estimular el grafismo en los niños (as) es motivarlos, estableciendo un buen clima, evitando forzar situaciones, favoreciendo sus manifestaciones espontáneas, respetando sus ritmos y poniéndolos en contacto con la mayor variedad posible de medios gráficos escritos (láminas, libros, etc.), de manera que se genere una actitud positiva hacia estos aprendizajes.


Referencias: Artículo derivado de las investigaciones de Emmi Pikler, pediatra e investigadora húngara; que realizó importantes aportes sobre el desarrollo infantil, entre los que se cuentan los relativos al desarrollo motor y la influencia de los adultos en este proceso. Actualmente, sus planteamientos y metodologías siguen en uso a través del Instituto Pikler.

2 comentarios:

  1. MUY interesante aportación sobre el concepto y desarrollo de la grafomotricidad. Enhorabuena

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  2. Muy buen aporte. La salud y adecuado crecimientos de los niños es una prioridad del Sistema Sanitario y por tanto esta especialidad está muy bien valorada y cuenta con mucho futuro dentro de la Sanidad.

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