viernes, 2 de julio de 2010

El juego infantil

Jugar es una actividad, además de placentera, necesaria para el desarrollo intelectual y emocional del niño (a). El juego espontáneo y libre favorece la maduración y el pensamiento creativo.

Los niños tienen pocas ocasiones para jugar libremente. A veces, consideramos que "jugar por jugar" es una pérdida de tiempo y que sería más rentable aprovechar todas las ocasiones para aprender algo útil. Sin embargo, por medio del juego espontáneo y/o libre, los niños (as) empiezan a comprender cómo funcionan las cosas, lo que puede o no puede hacerse con ellas, descubren que existen reglas de causalidad, de probabilidad y de conducta que deben aceptarse si quieren que los demás jueguen con ellos.

Según Montaigne, "Los juegos de los niños deberían considerarse como sus actos más serios". El juego espontáneo está lleno de significado porque surge con motivo de procesos internos que aunque nosotros no entendamos debemos respetar. Si se desea conocer a los niños (as) -su mundo consciente e inconsciente- es necesario comprender sus juegos; observando éstos descubrimos sus adquisiciones evolutivas, sus inquietudes, sus miedos; las necesidades y deseos que no pueden expresar con palabras y que encuentran salida a través del juego.

Los tipos de juegos de los niños muestran su evolución:

En la etapa sensoriomotriz: Juegos funcionales, de acción, de sensaciones y movimientos.
En las etapas de pensamiento preoperatorio y de operaciones concretas: Juegos de ficción y simbólicos o de representación.
En la etapa de pensamiento formal y de abstracción: Juegos reglados y estructurados, deporte, juegos de competición.
El juego simbólico o de ficción es el juego infantil por excelencia. En él, el niño (a), obligado a adaptarse a un mundo social adulto y a una realidad física que aún no comprende, inventa su propio mundo a partir de aquello que vive pero traduciéndolo a un lenguaje simbólico, personal, con el que adaptar ese mundo externo a sus necesidades. Por medio del juego simbólico (ficción) el niño (a) asimila poco a poco ese mundo externo, lo elabora y se adapta a él en un proceso continuo de maduración.

Los niños (as) empiezan a usar símbolos desde el segundo año de vida (ejemplo, al señalar un perro diciendo "guau" o al hacer como si bebiera de una taza), repitiendo actuaciones que han visto en los adultos, representando sucesos que han vivido o imitando el funcionamiento de determinados objetos (imitación diferida). En ese imitar se produce la asimilación de las situaciones y relaciones que el niño (a) observa en el mundo que le rodea. Parte de modelos concretos para, más adelante, llegar a la abstracción.

La función simbólica es una representación común al juego y a otras actividades humanas como el lenguaje. Cuando falla la adquisición y utilización de la función simbólica se generan alteraciones en la maduración y el desarrollo personal, por ello, es importante potenciar la práctica del juego espontáneo en la infancia: para que puedan lograrse los niveles adecuados en cada etapa evolutiva.

Otro aspecto importante de los juegos es que, a través de ellos pueden evidenciarse e intervenirse conflictos que pueden afectar al niño (a) y que no son expresados (Ejemplo: Los celos por el nacimiento de un nuevo hermano).

También, en el juego infantil se da una adaptación entre lo imaginable (todo es posible) y lo permitido (reglas de conducta), en la que el niño (a) tiene tiempo de aprender lo que es factible y correcto mientras permite una salida airosa a sus impulsos.

En síntesis, el juego:

  • Es una actividad imprescindible para el niño. Jugar es necesario para el desarrollo intelectual, emocional y social.
  • Permite tres funciones básicas de la maduración psíquica: la asimilación, la comprensión y la adaptación de la realidad externa.
  • Exige ofrecer al niño el tiempo y los medios favorables para que lo pueda realizar a su modo.
  • Favorece las adquisiciones sociales tempranas, las habilidades de comunicación social y funciona como una preparación para la vida adulta.
  • Como conducta exploratoria, impulsa la creación de campos de acción y la creatividad.
  • Tiene un sentido para el niño. Cuando se le interrumpe cualquier juego, se le priva del desenlace de un argumento creado por él mismo con una finalidad que no siempre alcanzamos a comprender.

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