A algunos niños no les gusta irse a la cama y
acaban durmiendo menos horas de las que necesitan
Diana ahora tiene 3 años. Su mamá
dice:
“Después
de bañarla, cepillarle los dientes, leerle algún cuento y darle un beso de
buenas noches, al minuto se levanta pidiendo un vaso de agua o alguna otra
cosa; tan pronto como la meto en la cama, se vuelve a levantar diciendo que no
besó a papi o no le ha deseado buenas noches al perro. Estas tácticas suelen
durar horas y horas”.
¿La
situación de Diana le suena familiar?, es probable. A esta edad los problemas
para dormir pueden agravarse debido a que los niños, a esta edad, son
particularmente “rebeldes”, pues quieren hacer valer su independencia con
determinación y saber cuáles son los límites, por ello tratarán de usar
cualquier pretexto, lo más que puedan.
Algunos
niños le tienen miedo a la noche porque suelen tener pesadillas y no quieren
quedarse solos en su cuarto oscuro; si descubren que esos miedos dan resultado,
los utilizarán como excusa para retrasar la hora de irse a la cama.
Afortunadamente, hay maneras de resolver este problema.
La
mejor manera de evitar las batallas a la hora de dormir es colocando al niño en
la cama apenas se sienta somnoliento pero antes de que esté muy cansado, pues
si esto ocurre el organismo libera una hormona llamada cortisol para darle una
dosis de energía y una vez que esto sucede, al niño, se le hará más difícil
calmarse siendo muy probable que se despierte durante la noche. La
“hiperactividad e irritabilidad” que tiene el niño de noche son signos de que
está agotado, sin embargo, los padres a menudo malinterpretan esta conducta y
piensan que todavía no tiene sueño para irse a la cama. No caiga en ese error,
los niños a esta edad necesitan un total de 9 a 13 horas de sueño al día, incluyendo
siestas. Si su niño no está durmiendo lo suficiente, tanto su salud física como
emocional se verán afectadas.
Para ayudar a que su hijo duerma las horas
que necesita:
- Recupere el tiempo que no durmió en la siesta: Si el niño no durmió su siesta, acuéstelo 20 minutos más temprano para compensar las horas de sueño perdidas.
- Deje que se duerma por sí solo: Sentarse en la cama con él hasta que se duerma puede ser contraproducente, pues el niño puede terminar necesitando su presencia para poderse dormir.
- Recompense la buena conducta: Recompénselo por quedarse en la cama y dormirse. Considere dejar que él decida cuál será la recompensa, y, por supuesto, asegúrese de cumplir la misma.
- Sea paciente: de acuerdo a los expertos, que su niño rompa un mal hábito de sueño puede demorar, aproximadamente, 2 semanas, y, generalmente el problema parece empeorar antes de mejorar. La clave es no darse por vencido, ser consistente y mantener la continuidad. Aun cuando ya sea la décima vez en que su niño se levanta y lo va a buscar, llévelo con calma y firmeza a su cama y acuéstelo nuevamente. Es muy probable que por un tiempo usted esté más cansado que lo normal, pero a la larga toda la familia recibirá el mejor premio: Más horas de sueño.
PARA EVITAR LAS PESADILLAS
- Apague la televisión una hora antes de acostar al niño: Hasta los programas que usted cree que son inofensivos como los dibujos animados de acción y aventura, pueden crearle “ansiedad” al pequeño.
- Ayúdelo a combatir el miedo: Si tiene una pesadilla pídale que dibuje la escena (aunque usted no lo pueda descifrar), rompa luego el dibujo y arrójelo a la papelera explicándole que así se deshacen de lo que provoca el miedo. Si le dan miedo los monstruos, mire bien, con él, dentro del closet y debajo de la cama antes de apagar la luz. También puede llenar de agua una botellita con atomizador y decirle que es para “pulverizar al monstruo”. Permítale escoger una lamparita nocturna.
- Cómprele un animal de compañía: Una versión de peluche de un animal poderoso como un gorila, un águila, un león u otro animal que el niño escoja pueden servir para que se sienta acompañado, seguro y con la creencia de que “todo estará bien mientras duerme”.
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