No todos los niños dejan los pañales a la misma edad pero, dependiendo de su madurez, se les puede enseñar ciertas rutinas para ayudarlos en el proceso.
El control de esfínteres es la capacidad de orinar y defecar voluntariamente. Este aprendizaje, que precisa paciencia por parte del adulto, implica un logro fundamental para el niño o niña, ya que le dará mayor autonomía. Lograrlo, además, facilitará al niño sus relaciones más allá del núcleo familiar.
El proceso puede iniciarse alrededor de los dos años, lo que no implica que todos los niños deban hacerlo a esa edad, ya que dependerá de su madurez neurofisiológica y emocional, así como de la disposición familiar. Se espera que a esta edad el niño aprenda el control diurno, mientras que el control nocturno debería alcanzarse alrededor de los cuatro o cinco años.
Para el entrenamiento:
- · Utilice una bacinilla y explíquele su uso en un lenguaje concreto.
- · Invítelo a sentarse en ella sin forzarlo, de lo contrario generará ansiedad y rechazo.
- · Acompáñelo y cree una atmósfera de tranquilidad que facilite su relajación.
- · Ayúdelo a asociar esta actividad con cosas agradables: permítale que se siente con su peluche o léale un cuento.
- · Felicítelo cada vez que le muestre la bacinilla recién usada, así el niño buscará reproducir esos momentos de alegría, postergando su deseo de evacuar inmediatamente.
- · Vístalo con ropa cómoda y liviana para facilitar el cambio en caso de urgencia.
Recuerde que después del control inicial, su hijo puede presentar “accidentes”. No lo regañe ni lo comente en público, con ello no sólo violará su privacidad, sino que aumentará su angustia.
La mejor forma de ayudar al niño es no demostrar ansiedad. Sólo si tiene más de cinco o seis años y no ha logrado controlar sus esfínteres, será momento de consultar a un especialista.
Tome estas sugerencias. adáptelas y tenga paciencia.
Lic. Julia Babarro Calviño
Psicólogo– Psicopedagoga
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